Lo que nos hace…

3Gduepif0T1UGY8H4xMDoxOjBzMTt2bJ

Robert Dilts, uno de los padres fundadores de la PNL, define los valores como *supercreencias*, término que da muy bien la idea de cómo se trata de convicciones muy profundas sobre “qué es importante para nosotros. Todos queremos sentirnos bien y evitar estar mal, pero todos hemos desarrollado en el transcurso de nuestra vida un código personal para establecer qué es el placer y qué es el dolor y cuáles emociones son más importantes que otras. Los valores son precisamente esos impulsos que nos motivan a ir en dirección de algo o que nos impulsan a alejarnos de otra cosa.

Los valores son por lo tanto de dos tipos: los estados emocionales de placer hacia los cuales tendemos a ir (amor, alegría, diversión, entusiasmo, amistad, éxito, salud, libertad, pasión…) y los estados de ánimos que intentamos evitar (enojo, apatía, frustración, depresión, inseguridad, miedo de las críticas, humillación, miedo al rechazo…) en Inglés se llaman Moving towards values y Away from values, es decir, literalmente, “valores hacia los cuales nos movemos” y “Valores de los que nos alejamos” para mayor facilidad y comodidad de expresión en este libro definiremos a los primeros como *Valores positivos* y a los segundos *Valores negativos*

Un motor en el que uno de los pistones se moviera al contrario de los otros, nunca lograría desarrollar plenamente su potencia, arriesgándose incluso a detenerse completamente a causa de este “conflicto” entre sus partes es exactamente lo que ocurre cuando los valores entran en conflicto entre sí; piensa en alguien que desea tener éxito, pero teme enormemente a la crítica de los demás, o bien quien desea amor, pero quizás ha asociado las relaciones de pareja con la idea de perder su libertad. ¿Te das cuenta de cómo estos conflictos de valores pueden resultar problemáticos o inmovilizar una persona y volverse tal vez causa de *auto sabotajes*?

Para entender aún mejor cómo los valores desempeñan sus funciones, detengámonos en cómo se forman, en especial durante nuestro desarrollo (¿cómo aprendiste que robar comida no es un modo correcto de obtenerla, que la amistad es fundamental en tu vida, que la libertad es un derecho irrenunciable y que matar es malo?).

El sociólogo estadounidense M. Massey elaboró la teoría de los 3 periodos de desarrollo y formación de los valores: el periodo de la Imprinting, el del modelado y el de la socialización, el primero abarca la edad de 0 a 7 años, cuando graduamos y absorbemos inconscientemente todo lo que ocurre a nuestro alrededor.

Desde los 8 a los 13 años está la fase del modelado: comenzamos a volvernos conscientes de la diferencia entre los seres humanos que nos rodean y a elegir nuestros “héroes” al decidir quién entre amigos, parientes o padres puede asumir tal papel. En efecto, resulta muy fácil que en este periodo el actor, el cantante, el deportista o el superhéroe de los comics se vuelvan leyendas que idolatramos, que tomamos como modelo y a los cuales intentamos parecernos lo más posible. Naturalmente es un periodo muy delicado para la formación de los valores…

Luego, entre los 14 y los 21 años vivimos el periodo de la socialización, empezando a formar y reforzar los valores vinculados  con las relaciones y con la vida social, que ejercen ahora un peso mucho mayor en nuestra vida.

Por lo tanto, como para las creencias, también los valores se crean fundamentalmente gracias a referencias: experiencias y eventos ocurridos y condicionamientos del entorno (familia, amigos, héroes y mensajes recibidos en la escuela, en la Iglesia, en los medios…)

Según Massey, alrededor de los 21 años nuestros valores principales alcanzan una notable estabilidad y solo una experiencia emotivamente significativa o, incluso, un auténtico Shock psíquico podrán alterar su presencia y jerarquía.

Pero al final siempre podemos elegir.

Extracto de un libro del autor Roberto Re.

Leave a comment